jueves, 29 de diciembre de 2016



Introducción

Corría el año dos mil tres, por entonces aún era empleado de tiempo completo a cargo de una oficina gubernamental; meses atrás había comenzado una relación con una compañera de trabajo, la que posteriormente se convertiría en mi esposa.

Recién había comprado un automóvil de segunda mano, porque no me alcanzaba para más, pero para mí era como si manejara uno del año. Estaba muy emocionado porque todo marchaba sobre ruedas; me llevaba muy bien con mi jefe y mis compañeros de trabajo, ganaba un salario que me permitía darme una buena vida de soltero, tenía una linda chica que me adoraba ¡No podía pedir más…! 

Entonces llegó ese día en que recibiría una gran lección…


Mi Libertad ¿A punto de Volar por los Aires?



Era un viernes por la tarde, habíamos planificado con la que por  entonces era mi novia oficial ir a comer algo después del trabajo.  Yo contaba los minutos para que la hora de salida llegara pero, como el tiempo es “relativamente perezoso” en avanzar cuando estás muy ansioso por algo, la espera se hacía interminable.

Finalmente el reloj marcaba las cuatro de la tarde, la tan esperada hora de salida había llegado para ambos, el descanso del fin de semana sería algo más que un justo premio después de una muy ajetreada semana de trabajo. Nos despedimos de nuestros compañeros de labores y nos dispusimos a realizar un viaje en automóvil que no duraría más de 45 minutos hasta el centro comercial.

Manejaba por la carretera disfrutando de la buena compañía y del hermoso paisaje, mientras nuestra conversación giraba en torno a nuestro futuro como pareja y la forma en que nos gustaría vivir; yo siempre hacía énfasis en la importancia de tener únicamente dos hijos para poder darles de todo y, ¡oh sorpresa!, actualmente ya contamos con tres, bueno, nadie es perfecto; en realidad somos muy  felices y amamos a cada uno de nuestros hijos con toda el alma.

Habíamos recorrido un buen trayecto de carretera cuando mi teléfono sonó, con malas noticias; tenía que cancelar nuestros planes por culpa de una urgencia en el trabajo.  Mi acompañante frunció el entrecejo un tanto desencantada al enterarse, pero estuvo de acuerdo en que teníamos que volver.

Yo estaba muy tenso y molesto con la situación, ¿por qué me echaron a perder la tarde perfecta? decía para mis adentros y, para colmo de males, el fuerte tráfico de esa hora no me permitía cambiarme al carril de retorno.

Estuve estancado por varios minutos a la orilla de la carretera esperando una oportunidad para cruzar, luego de varios intentos fallidos encontré un espacio libre y pisé el acelerador hasta el fondo, sin percatarme que una motocicleta se aproximaba a toda velocidad; aunque traté de hacer algún tipo de maniobra evasiva la colisión fue inevitable, y el piloto de la motocicleta salió volando por los aires, pasando por encima del vehículo, impactando contra el suelo y arrastrándose varios metros.  Con mucha dificultad pude mantener control del vehículo y frené antes de estrellarnos contra unos árboles que se encontraban al lado de la carretera; ¡gracias a Dios! ambos tripulantes nos encontrábamos a salvo, “vivitos y coleando”, aunque con los nervios de punta. 

Descendí del auto y corrí a toda prisa para dar auxilio a aquel que, hasta el momento, permanecía tendido en el suelo a varios metros de distancia de donde había quedado tirada su motocicleta.  Le pregunté ¿cómo te sientes? pero éste no respondió, pues estaba muy desorientado por el golpe, y me apresté para ayudarle a incorporarse;  sentí un poco tranquilidad al comprobar que no tenía señales de fuertes contusiones o heridas expuestas, gracias a que llevaba puesto su casco protector. 

Recuerdo que algunos curiosos que llegaron al lugar comenzaron gritar indignados ¡busquen al piloto del vehículo, captúrenlo, dónde está ese infeliz!; ellos no se habían percatado que quien ayudaba a la persona lesionada a ponerse de pie era precisamente el culpable de provocar aquel trágico accidente, pero que de ninguna manera se daría a la fuga “aunque tuviera que enfrentar las peores consecuencias”.




Continúa en la siguiente entrada…

martes, 20 de diciembre de 2016



Si quieres atraer abundancia debes aprender a tratar con la loca de la casa


Santa Teresa de Jesús, nacida en España, en el año 1,515 (Leer más), usaba el término “la loca de la casa” para referirse a ese discurso interminable de nuestros pensamientosEs la voz que susurra palabras de desconfianza, que nos lleva al pasado en un momento y nos devuelve al presente en otro, que nos impide pensar con claridad y actuar de manera acertada.  Ella lo comparaba con el ruido constante que hacía cierta pieza de madera en los molinos antiguos, cuya única función era sólo la de alertar que éstos se encontraban funcionando. Proponía que es mejor dejar hablar a esa loca sin prestarle atención, porque nadie en su sano juicio haría caso a los consejos de una “loca”; en ningún momento nos estamos refiriendo al pensamiento creador y que motiva a la acción, sino al tipo de pensamiento negativo que reprime y debilita al individuo.

Aunque Santa Teresa era una monja consagrada al servicio de Dios y sus enseñanzas se desarrollaron en ámbito religioso, me pareció muy conveniente incluir la frase “la loca de la casa”, como una introducción al tema que pretendo abordar en esta entrega. La considero una expresión muy conveniente para definir todo ese murmullo negativo que resuena en nuestra mente y que, si se lo permitimos, puede llegar a apoderarse de nuestra voluntad sin siquiera darnos cuenta.

Lávate la mente de manera constante si quieres atraer riqueza

Como parte importante de nuestra higiene personal, nuestros padres nos enseñaron de niños a lavarnos los dientes a diario.  Si no cumplíamos con dicho mandato los regaños no se hacían esperar: ¡si no quieres visitar al dentista lávate los dientes después de cada comida! nos decían, evocando imágenes de agujas y taladros amenazantes que penetrarían nuestra boca causándonos cualquier tipo de dolor imaginable. 

Con el paso de los años esta actividad llegaría a convertirse en un hábito muy beneficioso, que nos ha valido para mantener una adecuada salud dental y así evitarnos mucho dolor.  Pero, ¿qué pasa con nuestra “higiene mental”? ¿Nos enseñaron el hábito de lavarnos la mente de manera constante? o ¿acaso nos estamos descuidando en este sentido? 


¡Cuidado! nuestra higiene mental
Podría estar amenazada 


Si nos dejamos embeber por cualquier tipo de pensamiento o emoción negativa y, lo más preocupante, que esté ocurriendo sin que tengamos plena conciencia de ello, estaremos en serios aprietos.   Es el caso de muchas personas que llegan a la edad adulta y nunca caen en cuenta que solo se están dejado llevar por la corriente, sin aplicar ningún tipo de control. Son como barcos a la deriva que tarde o temprano terminarán en un aparatoso accidente, o pasarán a ser simples espectadores en el juego de la vida sin honor ni gloria.

Ser conscientes de nuestros pensamientos y de las influencias externas que actúan en ellos es un gran paso en la conquista del dominio propio, por eso debemos siempre “estar atentos” a lo que entra del exterior y decidir si lo asimilamos o lo desechamos en función de lo que queremos lograr en nuestras vidas.

Aprender a limpiar nuestra mente, lo que yo llamo primero limpiar la casa, es desechar de manera consciente todos aquellos hábitos de pensamiento limitantes, tales como: odio, rencor, miedo, egoísmo, avaricia, conformismo, entre otros. Este tipo de pensamientos calificados como “negativos” son los enemigos acérrimos de cualquier soñador y deberá luchar de forma constante para eliminarlos de su diccionario mental, porque son como veneno que contamina todo lo que toca. 

Todo aquello que nos impida pensar con claridad y actuar en consecuencia debe ser removido, para ser reemplazado por hábitos de pensamiento correcto y enfocado, que nos proporcione el combustible para avanzar a pesar de las dificultades, capaz de transformar la débil autoimagen que tenemos por la de personas de influencia que se valoran a sí mismas y al resto del mundo.

Mi consejo para ti querido lector es que pongas en práctica “el hábito del pensamiento positivo”.   Recuerda que la mente es como un jardín donde igual crecen las flores que la mala hierba, por eso siempre debes estar vigilante y en control.  Cada vez que te sorprendas a ti mismo maquinando fantasías que no te traen ningún beneficio “cambia de canal y sintoniza con cosas buenas”:  Piensa en abundancia, prosperidad, logros personales, viajes a lugares exóticos, relaciones personales enriquecedoras etc., y con el tiempo verás como tus deseos poco a poco se irán materializando. 

“Tu mundo exterior es un fiel reflejo de tu mundo interior". Comprende que tu realidad está fabricada hasta cierto punto por ti.  Depende de ti...


Aprovecho para desearte ¡Feliz Navidad y un Venturoso Año Nuevo! Que el Todopoderoso derrame muchas bendiciones en tu hogar y que la paz abunde en sus corazones.



Nos vemos pronto…

domingo, 4 de diciembre de 2016



INTRODUCCION

La cualidad principal que diferencia a las personas exitosas de quienes no lo son radica en la calidad de sus pensamientos dominantes. Si estás entrampado con pensamientos de duda, temor,  envidia, pobreza, enfermedad, etc., entonces no estás aprovechando tu poder potencial.  Debes educarte en el arte de pensar de manera positiva trayendo a tu mente visiones de grandeza, salud, abundancia material, de bienestar para ti y los tuyos. Visualízate desde ya en posesión de todo lo bueno que deseas y toma las acciones respectivas; y lo demás vendrá por añadidura (Mateo 6:33).


Tomaba decisiones a pesar de los resultados.

Hace mucho tiempo que conozco a un buen amigo a quien por respeto llamaré “Sami” en este artículo.  Sami es una persona excepcional, con grandes cualidades artísticas: es todo un maestro en el arte de la pintura, además de tener talento natural para la música. He tenido el enorme placer de disfrutar sus creaciones al óleo, así como en rotulación comercial “a mano” su principal fuente de ingresos. Cada vez que lo veo trabajar me sorprende con su destreza al utilizar el pincel, y  siempre se me ocurre hacer bromas al respecto: “por favor Sami comete un error”, no puede ser que todo te salga tan perfecto si lo único que haces es un par de trazos con lápiz y empiezas a pintar, ¡cómo es posible!; entonces reímos juntos y continúa su trabajo sin mayores contratiempos dejando fluir ese talento natural de que dispone.

Cualquiera podría pensar que el trabajo de mi amigo genera ingresos suficientes como para darse una muy buena vida, pero esto dista mucho de la realidad, a duras penas él y su esposa consiguen lo necesario para sostener el hogar.  Cuando éramos jóvenes trabajamos juntos por un tiempo y fue entonces cuando comencé a notar ciertas diferencias en nuestra manera de pensar y de actuar, pues notaba en él gran dificultad para tomar decisiones por temor a los resultados; aunque eso implicara dejar atrás ciertos proyectos que tenía en mente y que de haberlos materializado hubieran dado un giro diferente a su vida.  

Siempre fui un poco más arriesgado que Sami, tomaba decisiones a pesar de los resultados los que muchas veces no eran tan satisfactorios, y hasta creo haberme metido en un par de líos por ello; nada grave por cierto.  En ese momento es donde nuestros caminos comienzan a tomar rumbos distintos, porque yo aprendía mucho al cometer errores y Sami no quería cometer errores para aprender.  Con esto no quiero decir que te dediques a la práctica de cometer errores solo porque sí, tienes que ir tras un objetivo que valga la pena.


Saltar sin Paracaídas ¡Nooo!.


No se trata de desafiar las leyes de la gravedad lanzándote de un avión sin paracaídas esperando aterrizar sobre suelo blando y que no te pase nada, de ninguna manera, se trata de aceptar el error como parte de un proceso sincero de aprendizaje en la búsqueda de tu realización.

Con el paso de los años he notado muy pocos avances en la vida de Sami y, lo más preocupante, ya no habla de sus proyectos como antes.  Creo que al final le ganó la costumbre.  Se acostumbró a vivir con lo poco que gana, aunque siempre manifiesta cierto malestar, pero de ninguna manera acepta el hecho de que pudo haberlo hecho mejor en todos estos años. Yo sé que si se hubiera arriesgado a hacer ese viaje del que siempre me habló, para trabajar en el extranjero, su situación económica sería distinta, y mi querido amigo podría vivir como él siempre soñó.

La vida es demasiado corta, no dejes que se te escurra entre los dedos sin vivirla como a ti te gustaría, nunca te conformes con poco.  El gran secreto de las personas exitosas es que “Se educan para pensar diferente”, jamás se consideran a sí mismos como del montón y por eso hacen cosas increíbles.



Nos vemos pronto…