Hola.
Bienvenido
a esta nueva entrada de mi blog.
Hoy
continuaremos escudriñando el libro “PIENSE Y HÁGASE RICO”, que
nos deja en cada página una importante lección a poner en práctica para nuestro
desarrollo personal y económico.
Puedes
sacar un enorme provecho de este libro si aplicas sus principios con la finalidad de generar mayores riquezas, independientemente del ámbito en que te desempeñas. Te aseguro que grandes
fortunas se construyeron gracias a este conocimiento que nos comparte Napoleón
Hill, por eso no debe pasar desapercibido para todo aquel que se esfuerza por una mejor condición económica.
El Deseo
El punto inicial de todo logro
El primer paso hacia la riqueza
Cuando
Edwin C. Barnes se apeó del tren de carga en Orange, New Jersey, hace más de cincuenta
años, quizá pareciese un vagabundo, ¡pero sus ideas eran las de un rey!
Mientras
se dirigía desde los rieles del ferrocarril hacia la oficina de Thomas A. Edison, su cerebro
trabajaba sin parar. Se veía a sí mismo de pie en presencia de Edison. Se
oía pidiéndole a Edison la oportunidad de llevar a cabo la única obsesión
imperiosa de su vida, el deseo ardiente de llegar a ser socio en los negocios
del gran inventor.
¡El deseo
de Barnes no era una esperanza! ¡No eran ganas! Era un deseo vehemente, palpitante, que lo trascendía todo. Era definido.
Algunos
años después, Edwin C. Barnes volvió a pararse frente a Edison en la misma
oficina en que se había encontrado por primera vez con el inventor. En esta ocasión, el deseo se había convertido en realidad. Era socio de Edison. El sueño dominante de su vida se había vuelto
realidad.
Barnes
tuvo éxito porque eligió un objetivo
definido, y puso toda su energía, toda su fuerza de voluntad, todos sus esfuerzos, todo, en pos de ese objetivo.
El Hombre que quemó sus naves
Pasaron
cinco años antes de que apareciera la oportunidad que había estado
buscando. Para todos, excepto para él,
sólo parecía una parte más del engranaje de los negocios de Edison, pero en su
interior, él fue el socio de Édison cada minuto del día, desde el primero en
que empezó a trabajar allí.
En una
ejemplificación notable del poder de un deseo definido. Barnes consiguió su
objetivo porque deseaba ser socio de Edison más que ninguna otra cosa. Creó un plan con el que alcanzar su propósito. Pero quemó todas sus naves tras de sí. Se mantuvo firme en su deseo hasta que éste se convirtió en la obstinación
obsesiva de su vida y, finalmente, en un hecho.
Cuando
viajó a Orange, no se dijo a sí mismo: “Trataré de convencer a Edison de que me
dé algún tipo de trabajo”, sino: “Voy a ver a Edison para explicarle que he
venido a hacer negocios con él”.
No se
dijo: “Estaré alerta ante cualquier otra oportunidad, en caso de que no consiga
lo que quiero en la organización de Edison”, sino “No hay más que una cosa en
este mundo que estoy decidido a conseguir, y es asociarme con Edison en sus
negocios. Quemaré todas las naves tras de mí, y apostaré mi futuro
a mi capacidad para conseguir lo que quiero”.
No se
planteó en ningún momento retroceder.
¡Tenía
que triunfar o morir!
¡Esa es
toda la historia del éxito de Barnes!
El Incentivo que Conduce
hacia La Riqueza
Hace mucho tiempo, un
gran guerrero afrontó una situación que requería de él una decisión que
garantizara su éxito en el campo de batalla.
Iba a enviar sus tropas contra un enemigo poderoso, cuyos hombres
superaban a los suyos en número. Embarcó
a sus soldados, navegó hacia el país enemigo, desembarcó soldados y equipos, y dio
la orden de quemar las naves que los habían llevado hasta allí. Al dirigirse a sus hombres antes de la
primera batalla, dijo “Ved cómo los barcos se convierten en humo. ¡Eso significa que no podremos dejar estas playas vivos a menos que
ganemos! ¡Ahora no tenemos opción: venceremos o moriremos!”.
Vencieron.
Cada persona que
vence en cualquier empresa debe estar dispuesta a quemar sus naves y eliminar todas las posibilidades
de dar marcha atrás. Sólo así
puede tener la seguridad de mantener ese estado mental conocido como deseo ardiente de ganar,
esencial para el éxito.
La mañana siguiente
al gran incendio de Chicago, un grupo de comerciantes se quedó de pie en State
Street, observando los restos humeantes de lo que habían sido sus tiendas. Organizaron una reunión para decidir si
tratarían de reconstruirlas o abandonarían Chicago para volver a empezar en algún
lugar del país más prometedor. Llegaron a
una decisión, todos menos unos: abandonar Chicago.
El comerciante que
decidió quedarse y reconstruir su negocio señaló con el dedo los restos de su
tienda, y dijo: “Caballeros, en este mismo sitio construiré la tienda más grande el mundo, no importa las
veces que pueda quemarse”.
Esto fue hace casi un
siglo. La tienda fue construida. Todavía sigue en pie, una torre, un monumento
al poder de ese estado mental conocido como deseo ardiente. Lo más sencillo que Marshall Field podría haber hecho era imitar a
sus colegas. Cuando las perspectivas se
mostraban difíciles, y el futuro parecía funesto, se retiraron adonde las cosas
pareciesen más fáciles.
Fíjese bien en la
diferencia entre Marshall Field y los demás comerciantes, porque es la misma diferencia
que distingue a casi todos los que tienen éxito de aquellos que fracasan.
Todo ser humano que
alcanza la edad de comprender la razón de ser del dinero, quiere dinero. Quererlo no basta para acumular riqueza. Pero desear la riqueza con un estado mental
que se convierte en una obsesión, y luego planificar formas y medios definidos
para adquirirla, y ejecutar esos planes con una perseverancia que no acepte el
fracaso, atraerá la riqueza.
Conclusión
¡Este
libro es increíble! Lo he venido leyendo
por años y me sigue sorprendiendo la calidad de su contenido. Sus historias son como el combustible que
necesita un vehículo para salir a toda velocidad, y en su simpleza encontramos las mayores
verdades acerca de lo que se necesita para triunfar en la vida. Por eso vale la pena incluir sus páginas textualmente
en mi blog, como un regalo para ti querido lector.
Nos
vemos pronto, y déjame tus comentarios pues me motivan a seguir adelante…
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Gracias por leer mi página