viernes, 19 de mayo de 2017

Queridos amigos, gracias por seguir mi blog.

En esta entrada continuaremos con la historia del maestro titiritero y su personaje Le Mium El Temerario, como parte del tema ¿Quién controla los hilos de mi vida?, al cual dimos inicio la semana anterior.

Adentrémonos en esta fascinante historia y vayamos descubriendo la enseñanza que se encuentra oculta en los siguientes párrafos.  Solo te pido que leas con mente y corazón abiertos, para que puedas sacar el máximo provecho de ésta sencilla lectura.


Comencemos…

  


 ¡El Héroe y la Damisela en peligro!



El reloj marcaba las tres de la tarde, la hora tan esperada por fin llegó.  Todas las entradas fueron vendidas en menos de dos horas, casi como pan caliente.  El recinto ya estaba abarrotado cuando la entrada principal fue cerrada al público.   Había gran expectación por parte de los asistentes, quienes esperaban emocionados a que se abriera el telón. 

Las cortinas del retablo fueron alzadas y el primer personaje apareció en escena.  Era una marioneta que representaba a una bella damisela que recolectaba flores en el campo, sin percatarse que era acechada por unos malhechores escondidos entre los matorrales. 

Cuatro títeres con aspecto grotesco y de ropas harapientas salieron de los arbustos y comenzaron a perseguir a la muchacha, quien corría por todo el escenario gritando a los cuatro vientos ¡auxilio, auxilio, que alguien me socorra!

El público estalló en carcajadas al ver cómo aquella “indefensa” doncella pateaba a sus atacantes en sus partes nobles, quienes caían fulminados por todas partes.  Luego de un buen rato de persecución y pelea, por fin, consiguen atraparla y la atan al tronco de un árbol para despojarla de sus pertenencias.

De repente se escuchó una voz enérgica que les advertía: ¡Suelten a la dama de inmediato rufianes! ¡Ustedes solo son un grupo de cobardes!


¿Quién eres tú para darnos esa orden?, preguntó el cabecilla del grupo en tono desafiante, a lo que éste respondió: soy Le Mium El Temerario, defensor de los desprotegidos, más te vale hacer lo que digo o sufrirás las consecuencias. 

Nuestro héroe entró en escena y de inmediato se desató un feroz combate.  Los maleantes trataron por todos los medios de asestarle un golpe mortal con sus espadas, pero no estaban siquiera a la altura de aquel experto en combate y maestro en el arte de la esgrima. 

La batalla termina con cuatro marionetas tumbadas en el suelo suplicando por clemencia, mientras Le Mium se da a la tarea de desarmarlos uno por uno; todos fueron entregados a la justicia en el acto, gracias a una patrulla del rey que pasaba por el lugar.

Para terminar, nuestro temerario amigo desata a la doncella y le devuelve sus pertenencias.  Ella le agradece con un tierno beso en la mejilla diciendo “gracias mi salvador”, te debo la vida.  Luego la sube a su montura y cabalgan juntos hasta que se pierden de vista en el escenario.

El público no paraba de aplaudir, ambos titiriteros (maestro y ayudante) salieron de detrás del retablo inclinando su cabeza en señal de agradecimiento. Había mucha algarabía en el ambiente, los niños se amontonaban para tener la oportunidad de tocar a Le Mium y el resto de títeres del espectáculo.

Aquel día iniciaba una nueva carrera para estos dos artistas, quienes casi no podían creer lo que estaba sucediendo.  Nunca pensaron que iban a tener tanto éxito en su primera presentación.  Estaban realmente sorprendidos y agradecidos con el creador por haberles traído una nueva oportunidad, luego de tantos años de luchar sin obtener mayores resultados.

Esa tarde ganaron mucho dinero, lo suficiente como para pagarse la mejor comida y dormir en el mejor hostal del lugar.  Al día siguiente se despertaron con el canto del gallo, comieron sus primeros alimentos y luego se dispusieron a desarmar la carpa que había servido como techo a los espectadores.


Continúa en la próxima entrada…


viernes, 12 de mayo de 2017



Hola amigo lector.

Gracias por tu preferencia. 

En esta entrega pretendo ejemplificar con una fábula aquello que nos mantiene atados, que no nos deja desarrollar nuestro potencial como los seres inteligentes, compasivos y amorosos que somos en esencia. 

Mi verdadera intención al escribir la fábula que vas a leer a continuación, es que sirva como referencia para entender (o por lo menos tratar vislumbrar) de dónde surge el eterno problema humano que nos impide el acceso a la felicidad y la plenitud.

Te invito a que leas la historia completa que estaré contando en las siguientes semanas, para que al final puedas encontrar la enseñanza que pretendo compartir contigo.  Espero de todo corazón que las siguientes líneas sean de tu agrado y que puedan ayudarte en tu desarrollo personal.    


Comencemos…

  
¿Quién controla los hilos de mi vida?


Es irónico que una de las pocas cosas sobre las que tenemos control es sobre nuestras propias actitudes, y aún así la mayoría de nosotros vive la vida entera comportándose como si no tuviera ningún control.
(Jim Rohn)





La historia del Maestro Titiritero y un pedazo de madera. 

Un conocido titiritero del siglo pasado trabajaba en su nuevo proyecto en un rincón de su polvoriento y desordenado taller.  Utilizando la más rústica madera a la que pudo tener acceso, resultado de haber desbaratado algunos vejestorios, incluidas algunas sillas y lo que parecían ser los restos de algún fallido intento creativo del pasado, daba forma a la nueva marioneta que pasaría a formar parte de su, hasta entonces, no muy lucrativo espectáculo.

Se afanaba día y noche, apenas tomaba unas pocas horas de descanso, por lo que el agotamiento era más que evidente en su trasnochado rostro.  Nunca había puesto tanto empeño y amor en sus anteriores creaciones como en ésta.  Todo su ser se había volcado en un esfuerzo creativo sin precedente hasta que, por fin, lo consiguió… 

“Le Mium” lo nombró, igual que el personaje del libro de cuentos que su madre le leía antes de ir a la cama.  Era una especie de héroe, un caballero como el Quijote de Cervantes, enemigo de los opresores y defensor de los humildes, siempre presto para salvar a cualquier damisela en peligro sin reparar en las consecuencias.

El maestro titiritero dedicó los siguientes días a la práctica de nuevos movimientos y rutinas que darían vida a “Le Mium El Temerario”; ¡los niños lo van a adorar!, decía para sus adentros con gran expectación, manteniendo su proyecto en secreto hasta ese momento. 

Cuando por fin hubo pulido hasta el último detalle, decidió que era el momento de hacer la primera presentación en público.   Renato, su ayudante, fue el único testigo de aquel singular acontecimiento, quien observaba atento y sin pronunciar palabra.

Por quince minutos permaneció hipnotizado con aquel original espectáculo y, en cuanto el telón bajó, saltó de su asiento desbordando en aplausos, entonces, sin poder contener la emoción exclamó: ¡bravo, bravo maestro!, hoy has roto con cualquier paradigma limitante en cuanto al manejo de títeres se refiere, tus habilidades no tienen comparación, ¡nos haremos ricos!, ¡la fama nos espera! 

Aquella noche abrieron una botella de vino que guardaban bajo llave en un viejo cajón de madera, para una ocasión especial; la botella había reposado por espacio de tres años, pues hace mucho que no tenían una razón para celebrar.  Cantaron, rieron y bailaron con sus marionetas, como si se tratase de dos niños con juguete nuevo y, por un instante, ellos “fueron la felicidad”.   



¡Arriba el telón!

La hora tan esperada había llegado, los días de ensayo y preparación habían quedado atrás.  La plaza central de aquel pueblo de la toscana estaba repleta esa tarde, el retablo (teatrillo de títeres) no podía haberse ubicado en mejor lugar.

Desde muy temprano habían montado la carpa y la estructura de madera que serviría de asiento a los espectadores.  La entrada al recinto estaba pintada con llamativos colores y figuras de los personajes que se presentarían aquella tarde, con un rótulo al ingreso que rezaba “Le Mium El Temerario, El Héroe de los Niños”. 

Cualquiera que pasaba por el lugar no dejaba de acercarse a curiosear un poco, en especial los niños y sus padres que preguntaban por el valor del boleto y la hora de inicio del programa.  

El maestro titiritero era el encargado de vociferar a los cuatro vientos: ¡Hoy gran función de títeres, un espectáculo nunca antes visto!  Por primera vez ante ustedes “Le Mium El Temerario, Defensor de los desprotegidos, Amigo de Los niños”, no se lo pierda. 

                                       
Continúa en la próxima entrada…



viernes, 5 de mayo de 2017



Hola.

Gracias por seguir mi blog. 

En el camino de la vida te vas a encontrar con diferentes tipos de personalidades, algunas agradables y otras no tanto.  Hoy vamos a traer a colación algunas formas de comportamiento que considero no son tan beneficiosas para el emprendedor, por eso es importante identificarlas y tomar acciones correctivas.

No está de más recordar al lector que este es un programa que también aborda el tema de la Autoayuda.  Por eso las siguientes líneas   tienen como finalidad el autoanálisis, para identificar aquello que tal vez no esté funcionando bien en nuestra actuación y que sirve de freno a nuestro desarrollo.

Comencemos…


  
Ser agradable
No es lo mismo que ser Empalagoso.




“Me encantan las personas amables y educadas, hasta que se esfuerzan demasiado por agradar.  En ese momento empiezo a desconfiar y sobreviene mi desencanto”
(Patricio Paz)
Emprender con Autoayuda.



Tenemos que reconocer que no vamos a ser aceptados por todo el mundo.  Debemos tener límites en cuanto a nuestros esfuerzos por agradar a los demás, pues existe una enorme diferencia entre una persona engreída y otra que se respeta y valora a sí misma (eso se llama “carácter”). 

Si bien es cierto que para obtener miel no hay que dar puntapiés a la colmena, también hay que tener en cuenta que hasta la dulzura de la miel en exceso nos puede llegar a empalagar, provocando nuestro rechazo.

Si en tu trabajo por ejemplo te ves obligado a interrumpir una conversación de algún superior, porque tienes algo muy importante que decir, no tienes que excusarte mil veces antes de hablar, con un simple ¡disculpen!, ¿puedo interrumpir? será más que suficiente. 

Luego de obtener el permiso para hablar ve directo al grano,  tu jefe estará más que complacido con la información que tenías para compartir y te agradecerá que le dejes continuar de inmediato su conversación.


No hagas como los perritos

De todos es sabido que los perritos dan muchas vueltas antes de echarse en el piso, pero el misterio de por qué lo hacen ha permanecido en el tiempo.  De la misma manera yo tampoco logro entender a algunas personas que, cuando tienen algo que decir, comienzan con un montón de palabrería que te confunde y hace que te preocupes antes de saber con exactitud de qué se trata el asunto.

Dar muchas vueltas antes de decir algo solo hará que tu interlocutor se sienta incómodo y ya no reciba con beneplácito lo que tenías para decir, por ello es mejor que seas lo más directo posible.

Otro comportamiento muy común en los perritos es andar meneando la colita por todos lados, esperando como premio comida o que les rasques la barriguita.  Muchas personas en su intento por agradar a los demás imitan un poco este comportamiento (perdón por lo brusco de mi analogía), el problema es que entre humanos esta táctica no funciona, lo único que conseguirás será la crítica y el rechazo de tus compañeros.


3 posibles razones por las que se busca agradar en exceso a los demás.

Creo que las personas que tratan de ser demasiado complacientes con los demás lo hacen por estas tres razones:

         1.  Porque son unos “Santos”.
         2.  Tienen intereses ocultos.
         3.  Son demasiado inseguras.

  
Con respecto a los santos creo que ya son muy escasos en nuestros tiempos, por lo que yo descarto por completo esa posibilidad.  En cuanto a los intereses ocultos en las personas, esos sí que abundan en nuestros tiempos. 

Viene a mi mente una frase que escuché del gran cantante y compositor argentino Facundo Cabral “El hombre le hace caricias al caballo para después montarlo”.  Un fuerte motivo para desconfiar, ¿No es así?

También existe la posibilidad de que alguien solo busque la aceptación de todo el mundo debido a un fuerte sentimiento de inferioridad.  Si ese fuese el caso habrá que tratar de entender a la persona y recomendarle algún tipo de terapia psicológica que le ayude a superar esa condición.

Y es que abundan los ejemplos de los llamados “excesos de atenciones” por ahí.  Tal es el caso del mesero que después de servir tu comida te interrumpe a cada momento preguntando ¿todo está bien o necesita algo más el señor?  Esto en realidad es muy molesto para el comensal. 

Mi padre cuenta una anécdota bastante divertida que le ocurrió en un restaurante de mucha categoría.  Luego de que el mesero sirvió su comida y bebida, se quedó parado al lado de su silla (algo que no agradó a mi padre desde el principio).  Cuando mi padre hacía el intento de tomar la botella de gaseosa para servirse, el mesero se la arrebataba y servía en el vaso.

Era la misma historia con el recipiente de la sal, la pimienta y los aderezos.  Por más intentos que hiciera mi pobre viejo por coger algo, el mesero siempre le ganaba la partida.  Así estuvieron por un rato, hasta que se cansó y le dijo: ¡por favor amigo, yo vine a éste restaurante a comer no a echar apuestas de velocidad con usted!, ya déjeme que yo puedo comer solo.

Ya te puedes imaginar la cara del pobre mesero ante semejante escena, pero esto ejemplifica muy bien que los excesos por agradar a los demás siempre terminarán muy mal; creo que mi padre se compadeció y le dio su propina al mesero de todos modos.

Queridos lectores esto ha sido todo por hoy, espero que te haya gustado mi artículo. Puedes dejarme tus comentarios o sugerencias al final de la página.
                                                               
Nos vemos en la próxima entrada…