viernes, 5 de mayo de 2017



Hola.

Gracias por seguir mi blog. 

En el camino de la vida te vas a encontrar con diferentes tipos de personalidades, algunas agradables y otras no tanto.  Hoy vamos a traer a colación algunas formas de comportamiento que considero no son tan beneficiosas para el emprendedor, por eso es importante identificarlas y tomar acciones correctivas.

No está de más recordar al lector que este es un programa que también aborda el tema de la Autoayuda.  Por eso las siguientes líneas   tienen como finalidad el autoanálisis, para identificar aquello que tal vez no esté funcionando bien en nuestra actuación y que sirve de freno a nuestro desarrollo.

Comencemos…


  
Ser agradable
No es lo mismo que ser Empalagoso.




“Me encantan las personas amables y educadas, hasta que se esfuerzan demasiado por agradar.  En ese momento empiezo a desconfiar y sobreviene mi desencanto”
(Patricio Paz)
Emprender con Autoayuda.



Tenemos que reconocer que no vamos a ser aceptados por todo el mundo.  Debemos tener límites en cuanto a nuestros esfuerzos por agradar a los demás, pues existe una enorme diferencia entre una persona engreída y otra que se respeta y valora a sí misma (eso se llama “carácter”). 

Si bien es cierto que para obtener miel no hay que dar puntapiés a la colmena, también hay que tener en cuenta que hasta la dulzura de la miel en exceso nos puede llegar a empalagar, provocando nuestro rechazo.

Si en tu trabajo por ejemplo te ves obligado a interrumpir una conversación de algún superior, porque tienes algo muy importante que decir, no tienes que excusarte mil veces antes de hablar, con un simple ¡disculpen!, ¿puedo interrumpir? será más que suficiente. 

Luego de obtener el permiso para hablar ve directo al grano,  tu jefe estará más que complacido con la información que tenías para compartir y te agradecerá que le dejes continuar de inmediato su conversación.


No hagas como los perritos

De todos es sabido que los perritos dan muchas vueltas antes de echarse en el piso, pero el misterio de por qué lo hacen ha permanecido en el tiempo.  De la misma manera yo tampoco logro entender a algunas personas que, cuando tienen algo que decir, comienzan con un montón de palabrería que te confunde y hace que te preocupes antes de saber con exactitud de qué se trata el asunto.

Dar muchas vueltas antes de decir algo solo hará que tu interlocutor se sienta incómodo y ya no reciba con beneplácito lo que tenías para decir, por ello es mejor que seas lo más directo posible.

Otro comportamiento muy común en los perritos es andar meneando la colita por todos lados, esperando como premio comida o que les rasques la barriguita.  Muchas personas en su intento por agradar a los demás imitan un poco este comportamiento (perdón por lo brusco de mi analogía), el problema es que entre humanos esta táctica no funciona, lo único que conseguirás será la crítica y el rechazo de tus compañeros.


3 posibles razones por las que se busca agradar en exceso a los demás.

Creo que las personas que tratan de ser demasiado complacientes con los demás lo hacen por estas tres razones:

         1.  Porque son unos “Santos”.
         2.  Tienen intereses ocultos.
         3.  Son demasiado inseguras.

  
Con respecto a los santos creo que ya son muy escasos en nuestros tiempos, por lo que yo descarto por completo esa posibilidad.  En cuanto a los intereses ocultos en las personas, esos sí que abundan en nuestros tiempos. 

Viene a mi mente una frase que escuché del gran cantante y compositor argentino Facundo Cabral “El hombre le hace caricias al caballo para después montarlo”.  Un fuerte motivo para desconfiar, ¿No es así?

También existe la posibilidad de que alguien solo busque la aceptación de todo el mundo debido a un fuerte sentimiento de inferioridad.  Si ese fuese el caso habrá que tratar de entender a la persona y recomendarle algún tipo de terapia psicológica que le ayude a superar esa condición.

Y es que abundan los ejemplos de los llamados “excesos de atenciones” por ahí.  Tal es el caso del mesero que después de servir tu comida te interrumpe a cada momento preguntando ¿todo está bien o necesita algo más el señor?  Esto en realidad es muy molesto para el comensal. 

Mi padre cuenta una anécdota bastante divertida que le ocurrió en un restaurante de mucha categoría.  Luego de que el mesero sirvió su comida y bebida, se quedó parado al lado de su silla (algo que no agradó a mi padre desde el principio).  Cuando mi padre hacía el intento de tomar la botella de gaseosa para servirse, el mesero se la arrebataba y servía en el vaso.

Era la misma historia con el recipiente de la sal, la pimienta y los aderezos.  Por más intentos que hiciera mi pobre viejo por coger algo, el mesero siempre le ganaba la partida.  Así estuvieron por un rato, hasta que se cansó y le dijo: ¡por favor amigo, yo vine a éste restaurante a comer no a echar apuestas de velocidad con usted!, ya déjeme que yo puedo comer solo.

Ya te puedes imaginar la cara del pobre mesero ante semejante escena, pero esto ejemplifica muy bien que los excesos por agradar a los demás siempre terminarán muy mal; creo que mi padre se compadeció y le dio su propina al mesero de todos modos.

Queridos lectores esto ha sido todo por hoy, espero que te haya gustado mi artículo. Puedes dejarme tus comentarios o sugerencias al final de la página.
                                                               
Nos vemos en la próxima entrada…


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