Queridos amigos, gracias por seguir mi blog.
En esta entrada continuaremos con la
historia del maestro titiritero y su personaje Le Mium El Temerario, como parte del tema ¿Quién controla los hilos de mi vida?, al cual dimos inicio la
semana anterior.
Adentrémonos en esta fascinante historia
y vayamos descubriendo la enseñanza que se encuentra oculta en los siguientes
párrafos. Solo te pido que leas con mente
y corazón abiertos, para que puedas sacar el máximo provecho de ésta sencilla lectura.
Comencemos…
¡El Héroe y la Damisela en peligro!
El reloj marcaba las tres de la tarde,
la hora tan esperada por fin llegó. Todas
las entradas fueron vendidas en menos de dos horas, casi como pan caliente. El recinto ya estaba abarrotado cuando la
entrada principal fue cerrada al público.
Había gran expectación por parte de los asistentes, quienes esperaban emocionados
a que se abriera el telón.
Las cortinas del retablo fueron alzadas
y el primer personaje apareció en escena.
Era una marioneta que representaba a una bella damisela que recolectaba
flores en el campo, sin percatarse que era acechada por unos malhechores escondidos
entre los matorrales.
Cuatro títeres con aspecto grotesco y de
ropas harapientas salieron de los arbustos y comenzaron a perseguir a la
muchacha, quien corría por todo el escenario gritando a los cuatro vientos ¡auxilio, auxilio, que alguien me socorra!
El público estalló en carcajadas al ver
cómo aquella “indefensa” doncella pateaba a sus atacantes en sus partes nobles,
quienes caían fulminados por todas partes.
Luego de un buen rato de persecución y pelea, por fin, consiguen
atraparla y la atan al tronco de un árbol para despojarla de sus pertenencias.
De repente se escuchó una voz enérgica
que les advertía: ¡Suelten a la dama de
inmediato rufianes! ¡Ustedes solo son un grupo de cobardes!
¿Quién
eres tú para darnos esa orden?, preguntó el
cabecilla del grupo en tono desafiante, a lo que éste respondió: soy Le Mium El Temerario, defensor de los
desprotegidos, más te vale hacer lo que digo o sufrirás las consecuencias.
Nuestro héroe entró en escena y de
inmediato se desató un feroz combate. Los
maleantes trataron por todos los medios de asestarle un golpe mortal con sus
espadas, pero no estaban siquiera a la altura de aquel experto en combate y
maestro en el arte de la esgrima.
La batalla termina con cuatro marionetas
tumbadas en el suelo suplicando por clemencia, mientras Le Mium se da a la tarea de desarmarlos uno por uno; todos fueron entregados
a la justicia en el acto, gracias a una patrulla del rey que pasaba por el
lugar.
Para terminar, nuestro temerario amigo desata
a la doncella y le devuelve sus pertenencias.
Ella le agradece con un tierno beso en la mejilla diciendo “gracias mi
salvador”, te debo la vida. Luego la
sube a su montura y cabalgan juntos hasta que se pierden de vista en el
escenario.
El público no paraba de aplaudir, ambos
titiriteros (maestro y ayudante) salieron de detrás del retablo inclinando su
cabeza en señal de agradecimiento. Había mucha algarabía en el ambiente, los
niños se amontonaban para tener la oportunidad de tocar a Le Mium y el resto de
títeres del espectáculo.
Aquel día iniciaba una nueva carrera para
estos dos artistas, quienes casi no podían creer lo que estaba sucediendo. Nunca pensaron que iban a tener tanto éxito
en su primera presentación. Estaban
realmente sorprendidos y agradecidos con el creador por haberles traído una nueva
oportunidad, luego de tantos años de luchar sin obtener mayores resultados.
Esa tarde ganaron mucho dinero, lo
suficiente como para pagarse la mejor comida y dormir en el mejor hostal del
lugar. Al día siguiente se despertaron con el
canto del gallo, comieron sus primeros alimentos y luego se dispusieron a
desarmar la carpa que había servido como techo a los espectadores.
Continúa en la próxima
entrada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por leer mi página