martes, 7 de noviembre de 2017



Hola. 
Gracias por visitar mi blog de nuevo.

Hoy te dejo la última parte de la historia que dimos inicio en la entrada anterior.  Verás cómo un hijo mal agradecido obtiene una segunda oportunidad en la vida, pero no sin antes pasar por una dura prueba, la que lo marcaría para siempre...


Comencemos…







El enigmático sobre y su contenido

De repente, como un destello de luz, vino a su mente aquel sobre que su padre le había dejado, con la instrucción precisa de abrirlo únicamente en momentos de gran desesperación, y, pensó, ¡este es el mejor momento para hacerlo!, pues más desesperado no podría yo estar. 

Apresuró sus pasos hacia la cabaña donde se hallaba hospedado e irrumpió de forma abrupta en el lugar, casi tumbando la puerta en el acto.  Se dirigió hacia su habitación, hurgó en un cajón y de inmediato lo encontró, ¡Ahí estaba el misterioso sobre!, justo en el lugar donde lo había dejado guardado años atrás.  Tomó una fuerte bocanada de aire y procedió a abrirlo.  Lo que encontró en su interior fue una carta escrita del puño y letra de su padre, que decía lo siguiente:

Querido hijo,

Sabes que te amé demasiado, y traté de darte lo mejor que pude.  Aunque nunca valoraste mis consejos aun así seguí creyendo en ti, pues en el fondo de mi corazón albergaba la esperanza que algún día cambiarías, pero de pronto tuve partir y no pude ver cumplido ese sueño anhelado.

Si estás leyendo esto es porque debes estar muy desesperado. Me imagino todo el caos que has creado con tus tontas acciones, y, los serios líos en que probablemente estás metido; con la variante que ahora ya no hay nadie que solucione las cosas por ti, como yo solía hacerlo. 

En este punto has de estar en la total ruina.  Estaba seguro de que eso iba a pasar.  Que terminarías perdiendo todo el patrimonio que te había dejado.  Pero, ¿Por qué no llamas a tus amigos para que vengan en tu auxilio? ¡Aahhhh, ya no contestan tus llamadas!, ¿curioso no? ahora que eres pobre  no les agradas tanto como antes. No te preocupes, así son las personas interesadas, solo te buscan cuando necesitan algo de ti.

Por un momento quizá llegaste a pensar que en esta carta encontrarías una resolución práctica a los serios problemas que hoy enfrentas, y lo único con que te topas es con mi retórica despiadada; sin embargo todo tiene solución y yo voy a dártela.

Como sabía que ibas a terminar así, me tomé la libertad de montar algo especial para ti pero, antes de seguir leyendo, necesito que vayas al viejo granero que se encuentra en el extremo norte de la propiedad, ¡hazlo ahora!  De inmediato se encaminó hacia el destino señalado y, en cuanto arribó, continuó con la lectura de la carta:

Desafiando a la muerte

Ahora que ya estás en el lugar, quiero que te adentres en la edificación hasta llegar al fondo de la misma.  El joven de inmediato comenzó a avanzar, abriéndose paso entre montones de cajas, tablas y renglones de madera viejos, tropezando con cada cosa que encontraba en su camino

Había costales con grano dispersos por todo el piso, la mayoría estaban rotos gracias a las hordas de ratas que se habían apropiado del recinto, y que hacían de todo aquello su festín predilecto.   Aquel espacio era todo un desorden.  Se notaba que hace mucho nadie entraba ahí, pero el muchacho siguió avanzando hasta el final. 

La carta continuaba diciendo: Tapado bajo una gran manta roja hallarás un patíbulo que te mandé fabricar.  Este es el último recurso que te queda dadas tus actuales circunstancias.  Ahora debes ser fuerte hijo mío y cumple con tu destino. ¡Que Dios tenga misericordia de tu alma!   Así finalizaba aquella penosa carta, acompañada solamente de la rúbrica de su padre en el pie de página.

Nuestro amigo encontró todo tal y como rezaba en el escrito.  Tomó un extremo de la manta roja y tiró con fuerza, descubriendo así un gran armatoste construido en madera, del que colgaba una cuerda con una soga en el extremo.  De inmediato cayó de rodillas y empezó a llorar como un niño, ya que sintió mucho dolor al enterarse en qué consistía el último regalo que le dejaba su padre, pero reconocía que él mismo se había puesto en esa situación.

Permaneció en el piso por varios minutos,  luego  se armó de valor y subió al patíbulo.  Parado ya sobre la plataforma de madera procedió a colocar la soga alrededor de su cuello, y exhalando un fuerte suspiro, sin dudarlo más, haló de una palanca situada a su derecha.  De inmediato se accionó un mecanismo que abrió una compuerta bajo sus pies, precipitando así su cuerpo en el vacío, pero en el momento justo en que la cuerda alcanzó su mayor tención, se escuchó un crujido estremecedor, seguido por un desconsolado alarido y un fuerte pujido, quedando toda la escena cubierta por una densa nube de polvo.

Conforme la nube de polvo comenzó a disiparse, se podía notar  la silueta de nuestro amigo yaciendo bajo la plataforma. ¿Qué había sucedido?, ¿acaso no debería estar su cuerpo suspendido en el aíre, colgando por el cuello?  Sin embargo ahí estaba,  ¡sano y salvo! 

Se sentía un poco aturdido por el golpe que sufrió al caer, pero eso no le impidió sentarse y quitar la soga de su cuello.  Cuando se puso de pie comenzó a sacudir sus ropas.  ¿Qué sucedió?, decía para sus adentros, ¿acaso algo había salido mal respecto al plan de su padre? Salió del espacio donde se encontraba y comenzó a examinar la escena.  Lo primero que observó es que había una viga de madera partida en dos secciones. ¡Eso fue lo que pasó!, exclamo en voz alta, esa viga  no pudo soportar mi peso.

  
¡Había llegado su última oportunidad!

Comenzó a examinar las cosas con más detenimiento, y lo primero que notó es que la viga era totalmente hueca.  Echó un vistazo dentro del hueco y advirtió que había algo alojado dentro.  Introduciendo su brazo hasta la axila logró palpar dos objetos, los que extrajo de inmediato.  Eran una curiosa bolsita de terciopelo azul y una hoja de papel enrollada, las que habían permanecido muy bien conservadas en aquel espacio.  Desenrolló primero la hoja de papel.  Se sorprendió al ver que era otro texto escrito por su padre, que decía lo siguiente:

Amado hijo, espero no haberte asustado demasiado con mi regalo anterior, pero era necesario hacerte pasar por todo esto para hacerte cambiar.  Tratar de quitarte la vida fue la decisión más estúpida que pudiste tomar, ¡Ojalá sea la última vez que lo intentas!  

Como te pudiste dar cuenta planifiqué todo de tal manera que no sufrieras daño alguno; esos carpinteros sí que siguieron  todas mis instrucciones cuando elaboraron tu patíbulo, ¡jajajaja!, perdón por eso hijo querido.

Ahora abre la bolsita de terciopelo y en ella encontrarás tu salvación, tu segunda y última oportunidad en la vida.  Toma lo que está en su interior y esta vez dale buen uso, ¡nos vemos en la eternidad hijo querido!

El joven sollozaba cuando terminó de leer el texto, mientras que sostenía con fuerza aquella bolsita en su mano izquierda.  Buscó un lugar cómodo para sentarse y se dispuso a abrirla. En su interior encontró diversas clases de joyas: zafiros, rubíes, perlas y diamantes, los que hacían una inmensa fortuna, suficiente como para pagar las deudas y para comenzar de nuevo.  

Guardó todo de nuevo y apretó la bolsita  contra su pecho, agradeciendo a Dios por estar vivo y a su amado padre por aquel inapreciable regalo.  Aquel día cambió su vida para siempre, jamás volvería a ser el mismo de antes.


Palabras del autor del blog.

Así terminó esta emotiva historia, que nos deja un mensaje muy claro: Se debe trabajar duro para merecer las cosas, porque lo que fácil nos viene, fácil se va. 

ALGO MÁS: Aunque la idea original de esta historia no es de mi autoría, te aseguro que puse todo el corazón para darle mi toque personal a la narrativa, con el único fin de agradarte y que saques el mayor provecho posible.

Bendiciones.

Nos vemos en la próxima entrada…


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