lunes, 2 de enero de 2017


Introducción

Saludos.  En la entrada anterior relaté parte de la que fuera una escena un tanto traumática que me sucedió hace algunos años, pero que con el paso del tiempo se ha convertido en una experiencia de mucho aprendizaje y que, hasta cierto punto, ha moldeado mi vida de manera positiva; al menos eso es lo yo he escogido creer.  Todo ocurría aquella tarde en que conducía mi vehículo rumbo al centro comercial (leer entrada anterior), de pronto una motocicleta me impactaba a gran velocidad y el piloto salía volando por los aires.  Ese sería el inicio de toda una trama que te narro a continuación.  


Lo más importante ¡Salvar una vida!

"Decide pronto". Los minutos cuentan


Tomé el teléfono y pedí ayuda al estilo 911. En diez o quince minutos una ambulancia llegó y se apresuraron a trasladar al herido a un centro asistencial privado, mientras que dos auto patrullas de la policía arribaban a la escena del accidente; en cuanto descendieron los agentes me puse a su dispocición y, luego de entregar mis documentos personales y los de el vehículo, dimos inicio a una no muy amena conversación, que giraba en torno a mi situación legal. 

Parientes y amigos empezaron a llegar al lugar del accidente, pues me las había arreglado para hacer un par de llamadas, de inmediato les pedí que se llevaran a mi acompañante y la dejaran en su casa; la pobre se veía muy nerviosa y preocupada cuando se despidió, pero seguiríamos en comunicación constante por teléfono. 

El procedimiento policial consistió en llevarme a la comisaría más cercana, permanecería ahí hasta que se estableciera la situación en cuanto a la salud del lesionado; si su condición era de gravedad yo estaría en serios problemas. 

Había confiado a mi padre que se encargara de todas las gestiones en el centro asistencial donde habían dado ingreso al paciente, además, el pobre tuvo que hacer frente a sus familiares, quienes estaban muy preocupados y furiosos a la vez; argumentaban y proferían algunos insultos y amenazas en nuestra contra, pero la sabiduría y la paciencia de mi viejo nos ayudarían a sobrellevar la situación de la mejor manera, calmando los ánimos en todo momento.

Tres o cuatro horas más tarde se estableció que el paciente solo tenía algunas magulladuras y una pequeña fisura en la tibia de una de sus piernas, nada que un poco de yeso, analgésicos y mucho descanso no pudieran curar; le pedía a Dios para que se recuperara pronto, tanto de los traumas de su cuerpo como del trauma psicológico que había sufrido por mi culpa.

Un amigo mío esperaba afuera de la comisaría y, en cuanto quedé libre, me llevó a casa.  No recuerdo exactamente todos los detalles de esa noche, pero seguramente no pude dormir muy bien, pensando en todo el daño que había causado y que pudo haber sido peor; daba gracias a Dios porque nadie había muerto.


Recibía un duro golpe a mis finanzas personales

Todos los gastos del paciente en el centro asistencial los había cubierto mi padre y, además, pactó con sus familiares un monto para cubrir la reparación de la motocicleta. 

Un par de días más tarde escuché desde mi cuarto una llamada que recibió mí padre, era el padre del lesionado y, por lo que alcancé a entender, el hombre se mostraba muy amenazante, exigiendo cierta suma de dinero, a lo que éste respondía calmadamente diciendo que  haría efectiva dicha suma ese mismo día.

Mi padre colgaba el teléfono en el momento en que yo salía de mi cuarto; se sorprendió al verme, pues no sabía que yo me encontraba en casa, y fue entonces cuando me di cuenta que pretendía cubrir los gastos del accidente a mis espaldas, manteniendo todo en secreto.  De ninguna manera iba a permitir que mi querido viejo pagara mis platos rotos, me parecía injusto desde todo punto de vista, sería una tremenda irresponsabilidad de mi parte dejarlo que se hiciera cargo de todo; le dije: “usted ya hizo suficiente" al haber intercedido ante la familia del accidentado y lograr que todo se resolviera a mi favor ese día, se lo agradezco, lo demás corre por mi cuenta.

Mi motivación para no dejar que mi padre pagara la cuenta era algo más que simple orgullo, sabía que este era el momento para demostrarme a mí mismo de qué estaba hecho. Me senté para conversar, ¡casi me caigo de la silla! cuando mi padre escribió en una servilleta el monto que debía pagar.  Luego de reprocharle por un rato “el mal negocio que había hecho” reímos juntos, y le extendí un cheque por el total adeudado.  Mis finanzas sufrieron un duro golpe, además, aún tenía que pagar por las reparaciones de mi vehículo, y, no iban a ser solo unos cuantos pesos debido a la magnitud de los daños.

¡Gracias a Dios! había ahorrado lo suficiente, para hacer frente a la situación; un mes después del accidente mi auto estaba reparado y listo para la acción.  Desde entonces soy más precavido y ya no me dejo dominar por la ansiedad al conducir, prefiero esperar todo el tiempo necesario y pensármelo dos veces antes de hacer cualquier tipo de maniobra en la carretera, porque entendí que siempre está en juego mi vida y la de los demás.

Asume tu responsabilidad y la vida te pagará
Con creces

Con esta anécdota no pretendo únicamente persuadirte de que conduzcas con precaución, aunque nunca está demás hacerlo. Quiero que conectes con esta historia y que comprendas la importancia de ser responsable de tus actos en todo momento.

Como emprendedor siempre te toparás con un sin número de situaciones negativas que deberás enfrentar. Comprométete en tratar de hacer siempre “lo correcto”, no te imaginas las recompensas que recibirás:

a)   Te ganarás el respeto y la confianza de los demás.
b)   Te respetarás y valorarás más a ti mismo, y a tus ideas.
c)   Aprenderás a tomar control de tu vida. Eso es “poder”.
d)   Estarás mejor preparado para tomar decisiones.
e) Desarrollarás tanta autoconfianza que ya no verás los retos como imposibles, pues has aprendido a enfrentarlos con entereza.
f)   Recibirás recompensas económicas, ya que las personas querrán hacer negocios con gente responsable como tú.
g)  En conclusión, estarás sentando las bases para el éxito duradero.

La vida es un gran maestro que, si se lo permites, siempre estará dispuesto a enseñarte, aunque a veces te dará duras lecciones para que aprendas de tus errores; de ti depende sacar el mayor beneficio posible.  Busca en todo momento el lado positivo ante lo que te ocurre, al fin y al cabo todo depende del cristal con que se mire; te aseguro que las cosas pasan por alguna buena razón. Recuerda: “Nunca desesperes y Sigue Adelante”.


Te deseo lo mejor…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por leer mi página